Luxación de tarso
Hace algún
tiempo comentábamos en una reunión de
veterinarios, que todo el mundo expone casos estupendos donde todo sale bien,
pero los casos donde cometemos errores no se suelen exponer públicamente, y son
precisamente esos casos los que nos ayudan a mejorar profesionalmente.
Aunque en
traumatología los errores se suelen pagar muy caros, en ocasiones la naturaleza
nos ayuda, y a pesar de haber cometido algún error en la resolución de un caso
el paciente llega a curase.
Por lo
tanto en esta ocasión presento un caso que ha llegado a resolverse a pesar de
haber cometido un error importante en la resolución, pero que la naturaleza ha
sabido compensar, y el resultado final es positivo.
Se trata de
un paciente felino, recogido de la calle por una protectora local, que nos
llega con graves daños en su extremidad posterior derecha, tal y como se
aprecia en la siguiente radiografía:
Se trata de una luxación talo crural completa, con grave daño
de los tejidos blandos de la extremidad, en una lesión crónica, probablemente
debida a un atropello, que el animal ha intentado cicatrizar, pero donde hay
una parte de la tibia distal que ha atravesado la piel y lleva tiempo expuesta,
de modo que ha desarrollado una costra negra de tejido necrótico no recuperable.
Tras la
limpieza y desinfección de la herida, y el correspondiente periodo de
antibioterapia se planificó la cirugía para realizar una artrodesis de tarso,
en este caso con fijadores externos porque resultan más adecuados cuando hay
infección que la colocación de una placa, y finalmente se hizo la cirugía.
El
principal problema es que había mucho tejido cicatricial que no permitía un
buen deslizamiento de los tendones y de los haces musculares, pues el paciente
llevaba mucho tiempo creando redes de fibrina que sujetasen de algún modo la extremidad y no
era posible una buena reducción sin hacer una gran disección, que dañaría aún
más los tejidos blandos.
A pesar de
toda la tensión aplicada, y a pesar de recortar un centímetro de tibia distal
necrosada, la reducción final no era buena, pero el contacto óseo bajo tensión
parecía suficiente y se fijó la tibia en una angulación fisiológica pero en una
posición ligeramente desplazada dorsalmente de la tróclea, que sería su
posición ideal.
Veamos las imágenes
del control post operatorio, vista anteroposterior:
Y vista
medio lateral:
Reconozco
que cuando ví esta radiografía no podía estar satisfecho con el resultado, y me
planteé volver a quirófano para resituar la tibia, pero era ya muy tarde, el
equipo de la clínica tenía que irse, llevábamos mucho tiempo de cirugía, el
paciente tenía mayor riesgo de anestesia y las posibilidades de infección
aumentan mucho en cirugías más largas, y toda una lista de escusas que en este
caso me convencieron para ver qué pasa, y si algo sale mal ya se operará más
adelante cuando el paciente esté más recuperado.
Además se le amputó la cola
porque tenía una parte necrosada y seca, y esta fue la imagen final de ese día:
A pesar de
todo, la evolución fue muy buena y el paciente empezó a apoyar en muy pocos
días, e incluso tenían que intentar limitarla un poco porque estaba todo el
tiempo tratando de correr y saltar a todas partes.
De ese modo
fueron pasando los meses y las revisiones radiográficas:
Hasta que
decidimos dinamizar los fijadores, para incrementar la carga en el hueso y
completar la cicatrización:
El
resultado final no es todo lo perfecto que me hubiera gustado, pero es
funcional, el paciente camina perfectamente, y es un gato activo que puede
moverse casi con total normalidad.