Fractura de húmero en gato
Nuestro
paciente es una gata, recogida de la calle por una protectora local, que lleva
meses cojeando de su extremidad anterior derecha, y que traen a la clínica para
una primera exploración general, y por supuesto también traumatológica.
En la
exploración inicial no se aprecian heridas en piel, pero si una clara
inestabilidad en la región humeral, así como relieves óseos internos que nos
indican claramente que hay una fractura.
Comenzamos
el estudio radiológico con una vista ventro dorsal del brazo y obtenemos esta
primera imagen:
Aunque es
un poco desconcertante podemos concluir que hay una fractura de húmero, que los
extremos están desplazados y que el paciente ha recibido un disparo de un
perdigón de plomo que se ha roto dentro, y todavía conserva los fragmentos.
Necesitamos la otra vista radiográfica para saber más, y se realiza la
siguiente radiografía:
Con esta
imagen podemos completar la información y comprender que este paciente tiene
una fractura diafisaria y conminuta de húmero provocada por el impacto de un
perdigón de plomo, y que hace ya tiempo
que ha ocurrido porque las heridas en piel han cicatrizado.
Es
indignante encontrar este tipo de situaciones, son casos de vandalismo sobre
animales que no hacen daño a nadie y que no suponen ninguna amenaza. Si alguien
quiere disparar debería hacerlo sobre una diana y no sobre gatos callejeros que
ya tienen bastantes problemas para
sobrevivir en la calle sin necesidad de que les disparen.
Volviendo al
caso, tenemos un paciente con una fractura antigua de húmero, muy conminuta, y
con poco espacio para fijar los implantes. Ante un caso así debemos
concentrarnos en mantener la longitud del hueso, respetar las articulaciones
proximal y distal y colocar un sistema de fijación lo suficientemente rígido
para que el hueso pueda recuperarse y crecer.
Se reducen
los fragmentos principales y se coloca un clavo intramedular para lograr una
primera alineación de la fractura y luego se coloca una placa de neutralización
con tornillos proximales y distales, pero respetando la zona central conminuta
que no tocaremos demasiado para no dañar la escasa vascularización y evitar la
formación de un secuestro. Respecto a los fragmentos de plomo, sólo se retiran
los que aparecen durante el abordaje y dejaremos los demás donde estén para no
dañar aún más los tejidos blandos.
Veamos las
radiografías de control post operatorio:
El primer
tornillo proximal es más grueso porque esa zona del húmero es muy esponjosa y
necesitaba una buena fijación, la zona central no está bien reducida pero cabe
esperar la formación de un callo óseo que englobe los fragmentos sueltos, y a
nivel distal es probable que se pudiese aprovechar un poco mas de hueso con
implantes algo más largos, pero a veces nos pasan estas cosas viendo las
radiografías de control, y tenemos que decidir entre reintervenir o esperar. En
este caso se decidió confinar el
paciente en una jaula y esperar.
Al mes el
paciente apoyaba bastante bien, teniendo en cuenta que era una fractura antigua
con pérdida de masa muscular y al hacer las radiografías de control obtenemos
las siguientes imágenes:
No hay
grandes cambios, pero ya se observa que todo va bien y se está formando el
callo óseo que englobe y remodele la zona diafisaria central del húmero.
A los dos
meses se repiten las radiografías:
En este
momento el gato camina bastante bien y sólo en ocasiones levanta un poco la
pata, pero la mayor parte del tiempo la utiliza con normalidad.
Nuevas
tomas radiográficas a los tres meses y medio:
En este momento el paciente ya no muestra secuelas físicas de la fractura, a nivel radiográfico el callo óseo está remodelándose adecuadamente, la masa muscular empieza a ser normal y se considera que puede darse el alta a este animal, que además ha encontrado una buena casa de acogida y probablemente va a ser adoptado.
*Todavía
será necesario retirar el clavo intramedular, pero no debe ser una complicación
importante, y en cuanto tengamos ocasión se completará el trabajo.