Fractura conminuta de tibia
Nuestro paciente es una perrita Border Collie, de 4 meses y 8
kg de peso, que sufrió un atropello y tenía una fractura conminuta de tibia. Además,
era una fractura abierta, tipo 2 en la clasificación de Gustilo y Anderson.
Había sido inicialmente tratada en otro centro, y cuando llegó
a la clínica presentaba este aspecto.
Al hacer el estudio radiográfico se obtuvieron las siguientes
imágenes:
Nuestro paciente tenía una fractura de tibia, conminuta, contaminada y muy inestable.
En traumatología, inestabilidad e infección van de
la mano, y para lograr salvar la extremidad a esta perrita no podemos esperar a
cicatrizar completamente las heridas externas antes de intervenir la fractura.
Debemos intervenir pero con un abordaje que evite las zonas contaminadas.
Al valorar la fractura vemos que a nivel proximal hay poco
espacio para colocar implantes; además tenemos una línea de crecimiento y la
zona de inserción del tendón rotuliano que son zonas que no debemos tocar. En
la zona diafisaria hay un gran fragmento muy desplazado y rotado, que debe
volver a una posición fisiológica, y distalmente sí que hay espacio y tenemos
que aprovechar el hueso para fijar firmemente los implantes.
Para abordar esta cirugía, se eligió una placa en T, para
tornillos de 3,5 mm, que permite colocar tres tornillos muy cerca a nivel
proximal, de modo que podamos sujetar bien el fragmento proximal, y se colocó
lo más atrás posible, porque la tibia a nivel proximal es un hueso triangular y
el máximo grosor del hueso está en la parte caudal.
El fragmento rotado a nivel diafisario se recolocó y fijó un
poco con un par de agujas de Kirschner, aunque se dejaron tres espacios vacíos
a ese nivel en la placa y luego se fijó a nivel distal con tres tornillos más. A
pesar del peso del paciente se emplearon implantes de 3,5 mm porque el paciente
era muy joven y tenía un gran potencial de crecimiento, de modo que en un par
de meses es fácil que pesase el doble.
Veamos una imagen intraoperatoria para visualizar mejor el implante:
Y estas fueron las imágenes del control radiográfico post operatorio:
La reducción era buena y la fijación estable. En el post
operatorio se colocó un vendaje, que se levantaba con frecuencia para hacer
curas, y se tuvo un cuidado extremo evitando una movilidad excesiva.
El cachorro empezó a apoyar en un par de días, las heridas de
la piel cicatrizaron muy bien y dos semanas después tenía mucho mejor aspecto,
como podemos ver en la siguiente imagen:
A pesar de que la cicatrización de la piel era buena, debemos
hacer comprender a los propietarios que el hueso tardará más tiempo en
cicatrizar.
Al mes de la cirugía se hizo el primer control radiográfico,
y se obtuvieron las siguientes imágenes:
Dada la gran capacidad de cicatrización de los cachorros en
un mes estaba prácticamente curado, pero ese callo inicial todavía puede
romperse y es necesario mantener el control de ejercicio todavía un poco más
tiempo e ir reintroduciendo la actividad física de modo progresivo, para evitar
un fallo prematuro de los implantes.
Veamos ahora las radiografías de control a las siete semanas
de la cirugía:
Como puede apreciarse en las imágenes anteriores la fractura estaba prácticamente curada, y se le dió el alta clínica al paciente, que todavía era un cachorro y seguirá creciendo. Si alguna vez en el futuro le molestasen los implantes podrán ser retirados, pero de momento no esperamos tener que reintervenirlo.