Amputaciones
Personalmente
considero que toda amputación implica una pequeña derrota. Como cirujanos
deberíamos poder solucionar todo tipo de traumatismos y en caso de no poder
solucionarlos, siempre podemos remitirlos a un compañero con más experiencia, pero
en ocasiones la naturaleza de la lesión no permite una reparación quirúrgica
por daños neurológicos irreparables o infecciones incontroladas. Ante una
situación así, cuando la amputación es la única alternativa prefiero aceptar la
derrota en la batalla pero ganar la guerra, salvando la vida del paciente.
Y esa es la
razón de este artículo, quiero desmitificar el miedo que hay ante una
amputación. Nuestros pacientes no tiene prejuicios y se adaptan mucho mejor que
sus dueños a la nueva situación, de modo que en muchas ocasiones la cuestión es
convencer al propietario de que su mascota podrá tener una vida feliz, para lo cual adjuntaré algunos ejemplos.
En primer lugar comentaré el caso del siguiente
gato:
Este
paciente no tiene ningún tipo de sensibilidad dolorosa en su extremidad. Hay un déficit neurológico por una parálisis completa del plexo braquial.
Cuando el paciente está en
estación el miembro cuelga flácido con el dorso de la mano apoyado sobre el
suelo (lesión del nervio axilar). La posición característica es de un "codo
caído" con flexión carpal, de modo que el miembro afectado puede
parecer más largo que la extremidad normal.
El dorso de la mano a
menudo es arrastrado sobre el piso, produciéndose excoriaciones graves a nivel
de esta zona.
Se trata de
un daño neurológico irrecuperable, ese paciente arrastrará la extremidad
continuamente, produciendo lesiones crónicas en carpo y columna, además el peso
de la extremidad será un lastre que no necesita.
Una vez determinado que la amputación
es la única opción, se realiza la cirugía:
Hace
algunos años, solía hacer este tipo de cirugías cortando por la articulación
del hombro y conservaba la escápula, pero la posterior atrofia muscular
producía una espina de la escápula muy prominente y antiestética, por lo tanto
he cambiado la técnica y ahora elimino también la escápula, logrando resultados
mucho mejores desde el punto de vista estético.
El
siguiente ejemplo es un gatito joven, con sintomatología muy similar, que también
arrastraba su extremidad anterior, por
lo tanto, ante la falta de respuesta neurológica se decidió la amputación para
evitar las lesiones continuas del miembro,
y se le realizó la misma cirugía:
Soy consciente de que la primera imagen del post operatorio inmediato es dura,
pero luego la recuperación del paciente es muy buena, y a los pocos días el
aspecto del paciente ha cambiado totalmente, como puede apreciarse en la
siguiente imagen:
… Es
posible que alguien se cuestione su capacidad para moverse y jugar, pero
precisamente ese es uno de los objetivos de este artículo, por lo tanto
aportaré un vídeo que demuestra su movilidad:
Hemos apreciado que
incluso con tres patas es un gatito alegre, y no puede resistirse a
jugar con una pelota, sin plantearse si
tiene alguna limitación.
Este tipo
de pacientes al crecer son animales totalmente normales, que pueden ser la mascota
perfecta si se les da una oportunidad, si tienen una casa de acogida y no
necesitan cazar para vivir, y como animales de compañía son tan cariñosos y
juguetones como cualquier otro.
El
siguiente ejemplo es un desafío todavía mayor, se trata de un gatito muy
pequeño recogido de la calle, con una gangrena seca de su extremidad posterior,
al que como último recurso se le amputa dicha extremidad.
Nuevamente
la imagen del post operatorio inmediato es dura, pero poco tiempo después el
paciente ya está en pié, y nos demuestra que es un luchador, y que quiere
vivir:
Las
amputaciones del miembro posterior resultan más traumáticas para el paciente
que cuando se trata del miembro anterior, pues el abdomen está desplazado
caudalmente y la extremidad sana debe soportar proporcionalmente más peso que
si fuese una amputación del miembro anterior, pero además, en fases iniciales,
el paciente tiene la dificultad añadida de que necesita flexionar la extremidad
para orinar y defecar, lo cual resulta complicado, pero con un poco de tiempo
llegan a controlarlo con normalidad, y pueden llegar a ser animales igualmente
hermosos:
Es probable
que después de estos ejemplos, mis lectores comprendan que si es necesario, se
puede amputar una extremidad a un paciente felino y garantizar que el animal
podrá tener calidad de vida, pero muchos se preguntarán si con los pacientes
caninos ocurre lo mismo, por lo tanto mi último ejemplo es de una perra de raza
galgo español que después de muchas complicaciones sufrió la pérdida de una
extremidad posterior, y sus dueños se preguntaban si era lícito privar a un
galgo de la posibilidad de correr, pero alentados por nuestros consejos
decidieron dar una oportunidad a su mascota.
Esta es la imagen del paciente tras la
cirugía:
Y ahora
pondré un video de este mismo paciente a las dos semanas de la intervención en
la que se le puede ver feliz corriendo por la playa, y a pesar de que todavía
no le ha crecido el pelo de la zona rasurada para la intervención, no hay
ninguna duda de que puede ser un galgo corredor tan feliz como cualquier otro,
a pesar de la cirugía.
Ante
ejemplos así, no me cabe la menor duda que tras la cirugía éstos pacientes
pueden ser animales totalmente felices, y aunque inicialmente resulte duro
(para sus dueños) necesariamente deberíamos recomendar la amputación como el
menor de los males, y ese es el objetivo de este artículo.