Fractura de codo
Cuando nos
hablan de una fractura de codo generalmente pensamos en primer lugar en una
fractura del proceso lateral del cóndilo humeral y luego pensamos en una
fractura medial afectando al cóndilo ó incluso
en una fractura doble (en Y), e incluso podríamos pensar en una fractura de Monteggia (fractura del
cúbito y luxación del codo) pero en ocasiones un traumatismo no produce una
sola fractura, y se nos puede presentar
un paciente que tenga varias fracturas asociadas.
En el caso
que presento en ésta ocasión, nuestro paciente es un Jack Russell de 8 años y
7,5 kg que estaba jugando con un caballo y recibió una patada en su codo
derecho.
Comenzamos el estudio radiográfico con una vista antero posterior de
su extremidad derecha para empezar a valorar las posibles lesiones:
Es una
primera imagen un poco confusa pues casi parece que hay una fractura en “Y”,
pero antes de emitir un diagnóstico haremos también la otra vista radiográfica:
Ahora con
las dos imágenes tenemos ya que “crear mentalmente” una estructura
tridimensional que nos permita dar un diagnóstico.
Analizando
un poco más la primera imagen, podemos observar que está roto el proceso
lateral del cóndilo humeral, pero medialmente el cóndilo está intacto y esa
estructura ósea que se observa en la parte medial del codo es en realidad parte
de la tuberosidad del olécranon del cúbito, que en la segunda imagen podemos
ver que está fracturado y desplazado dorsalmente.
El
diagnóstico es por tanto fractura del proceso lateral del cóndilo humeral y
fractura asociada de la tuberosidad del olécranon del cúbito, ambos de la
extremidad derecha.
Para
realizar la cirugía de este paciente será necesario abordar dos fracturas y se
planificó comenzando por la fractura del proceso lateral del cóndilo humeral,
con el planteamiento clásico de abordaje lateral, reducción de la fractura y
colocación de un tornillo intercondilar, de 2,7 mm en este caso y luego una aguja
de Kirschner en la parte proximal, de 1,2 mm que completa la fijación.
Una vez reducida y fijada la fractura del
húmero, ya había estabilidad articular en una parte del codo, lo cual ayudaría
en la reducción de la fractura del cúbito, y mediante un abordaje caudal se
colocó en el olécranon una aguja de Kirschner de 1,2 mm y un cerclaje que neutralizaba
las fuerzas del Tríceps , reforzando la fijación.
Aunque esta segunda intervención también es
una solución clásica, resulta bastante difícil colocar bien la aguja y hay que
ser muy cuidadosos con el cerclaje, porque
si se tensa demasiado nos abre la línea de fractura, perdiendo parte de
la reducción.
Tras la
cirugía, haremos las correspondientes radiografías de control, que expongo a
continuación, en primer lugar la vista medio lateral:
Y esta
sería la imagen post operatoria que se corresponde con la vista radiográfica antero posterior del mismo paciente:
Comprobamos
que la reducción de las fracturas es buena, la articulación tiene congruencia,
los implantes proporcionan una estabilidad suficiente, y si se logra un adecuado
control de la actividad del paciente, la evolución debería ser favorable.