domingo, 22 de octubre de 2017

SCFE



SCFE




Las siglas SCFE son las iniciales de la Slipped Capital Femoral Epiphysis (in cats), que se podría traducir por deslizamiento de la epífisis de la cabeza femoral (en gatos).

La SCFE es también una patología bien descrita en humanos que tiene una buena correlación en gatos donde los síntomas son similares. Se trata de fracturas por deslizamiento de la epífisis de la cabeza femoral en pacientes jóvenes generalmente sin un traumatismo previo.

Otras denominaciones que hacen referencia a la misma patología son Osteopatía epifisaria femoral felina, displasia epifisaria de la cabeza del fémur, fractura espontánea de la cabeza femoral felina, etc.
Aunque tiene una gran similitud con la enfermedad de Legg-Calve-Perthes, ó necrosis avascular de la cabeza del fémur, hay diferencias significativas como el hecho de que en la enfermedad de Legg-Calve-Perthes se produce una necrosis de toda la cabeza del fémur por un daño vascular y hay una degeneración de la misma (típica en perros de razas toy)  mientras que en la SCFE hay una fractura epifisaria Salter Harris tipo I, y sólo degenera la parte distal de la cabeza femoral, en gatos.

Las fracturas traumáticas de la cabeza femoral en gatos suelen producirse en animales jóvenes, generalmente menores de seis meses, sin prevalencia de género, y suelen estar provocadas por un trauma agudo que produce un daño unilateral en el flanco que recibe el impacto. Pero en el caso de las fracturas por deslizamiento de la epífisis femoral, los pacientes suelen ser animales entre los seis meses y los dos años, con una prevalencia mayor en gatos machos, obesos, castrados jóvenes y puede ser bilateral.

Entre los factores predisponentes hay que señalar la obesidad y también parece que hay una mayor predisposición en animales castrados jóvenes porque los esteroides gonadales favorecen el cierre de las líneas fisarias de los huesos y al castrar a los gatos antes de alcanzar el completo desarrollo óseo, habrá un descenso en los niveles de estrógenos al final del crecimiento que permitirá que las fisis de los huesos permanezcan más tiempo abiertas. (Generalmente las líneas fisarias de crecimiento en fémur de gatos suelen cerrar entre los 7 y los 10 meses de edad, y en animales castrados pueden retrasarse bastante). Sin embargo, aunque la castración temprana puede ser un factor predisponente no es excluyente pues hay casos de gatos sin castrar, y de ambos sexos que pueden verse afectados.

Respecto a la raza, hay publicaciones que señalan a los gatos Siameses como especialmente predispuestos, pero también se ha publicado recientemente que los gatos Maine Coon son una raza predispuesta, y probablemente cualquier gato de talla grande y largo periodo de crecimiento pueda verse afectado.

Para  el diagnóstico suele realizarse una radiografía simple ventrodorsal de la cadera, pero debe tenerse en cuenta que al posicionar al paciente para la radiografía estamos también posicionando la cabeza del fémur y en fases iniciales el desplazamiento puede ser mínimo. Para mejorar el diagnóstico en estas fases iniciales puede hacerse también la proyección radiográfica ventrodorsal de las caderas con las extremidades abiertas, en posición de rana, donde será más fácil apreciar los cambios iniciales.  A medida que avanza la patología habrá degeneración caudal de la cabeza del fémur con estrechamiento del cuello femoral y los cambios radiográficos serán mucho más evidentes.

Respecto al tratamiento, puede empezarse con medidas conservadoras mediante restricción del ejercicio, confinamiento en un espacio pequeño, antiinflamatorios y reposo, pero el pronóstico suele ser malo y casi todos los animales afectados terminan siendo intervenidos quirúrgicamente.  Aunque en teoría es posible fijar el fragmento desplazado con unas agujas introducidas distalmente al trocánter mayor, la dificultad técnica debida al pequeño tamaño del fragmento proximal unida al pobre pronóstico post operatorio (se postula que para tener éxito debe hacerse la cirugía en los primeros 3-4 días posteriores a la lesión, antes de tener cambios radiográficos) suelen ser suficientes para recomendar la artroplastia de escisión de la cabeza y el cuello femoral ó la prótesis de cadera como opciones más adecuadas. 

Después de este repaso teórico a la osteopatía por deslizamiento de la epífisis de la cabeza femoral en gatos, pasamos a los casos clínicos que ilustran esta patología. Para empezar debo recordar que ya publiqué un caso similar en este blog, referido a un gato macho, con fecha de 1 de nov de 2013, donde presentaba este dibujo:  



En esta ocasión nuestra paciente es una gata hembra (pues sí, afecta más a los machos pero también puede aparecer en hembras) castrada a los seis meses de edad y con algo de sobrepeso, que un día, cuando tenía aproximadamente 10 meses y sin traumatismo previo, comienza a cojear de su extremidad posterior derecha.

Hacemos el estudio radiográfico inicial y se encuentra la siguiente imagen:


deslizamiento epifisis cabeza femoral gatos

Había una lesión inicial en la línea de crecimiento de la cabeza del fémur, aunque prácticamente sin deslizamiento. Para mejorar el diagnóstico hicimos también la proyección radiográfica con las extremidades abiertas.



En esta segunda imagen la lesión era algo más evidente pero no demasiado. Puesto que estábamos en fases iniciales, la propietaria quiso intentar el tratamiento conservador y se confinó a la gata en una pequeña jaula de transporte durante tres semanas, en las que sólo salía para alimentarse, y recibir la medicación antiinflamatoria.

A pesar de la buena voluntad de la propietaria, su gata no mejoró, y a las tres semanas cuando se realizó la siguiente radiografía los cambios eran mucho más evidentes.

deslizamiento epifisis femoral gatos


En sólo tres semanas se había producido una gran degeneración ósea a nivel del cuello del fémur, y además el paciente presentaba una cojera mucho más pronunciada con pérdida de masa muscular a nivel del cuádriceps, por lo tanto se recomendó la cirugía y se realizó al día siguiente.





La evolución posterior fue muy buena, en pocos días el animal estaba apoyando bien, recuperó rápidamente la masa muscular y no necesitó de cuidados adicionales más allá de los antibióticos y antiinflamatorios que se suelen prescribir en el post operatorio.

Desde entonces ya han pasado varios meses y todo parece indicar que no hay secuelas ni en esa extremidad ni en la otra, pudiéndose descartar la presentación bilateral que está descrita en otros casos.



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