Displasia de cadera
Con
frecuencia recibo radiografías de perros, a los cuales se les hace su primera
radiografía de cadera cuando ya tienen entre uno y dos años, y en muchas
ocasiones son pacientes que presentan diferentes grados de displasia, pero
están ya en una fase en la que las opciones quirúrgicas son limitadas y a largo
plazo sólo puede plantearse la prótesis de cadera como solución reparadora de
un problema que en fases anteriores habría podido resolverse con mayor
facilidad.
Veamos un ejemplo. Se trata de un cachorro de Terranova
de 15 meses que presenta la siguiente imagen radiográfica:
Aunque se
trata de un animal joven, las coberturas acetabulares son escasas, el paciente
todavía seguirá ganando peso y pronto comenzarán las deformaciones articulares,
la osteoartrosis y el pronóstico a largo plazo es negativo.
En esta ocasión, no
dedicaré el artículo a un caso concreto, sinó que destacaré los aspectos mas
relevantes de la displasia de cadera, que todo clínico debe conocer, y centraré
los comentarios en las medidas básicas de detección precoz, que en mi opinión
todas las clínicas deberían plantear a sus clientes.
La displasia de
cadera no es una enfermedad congénita, pues no puede detectarse en el momento
del nacimiento del cachorro, sino que se manifiesta a nivel que el cachorro va
creciendo y se desarrolla. El paciente ya desde muy joven presenta una
inestabilidad articular, con laxitud de los tejidos blandos periarticulares que
permite la subluxación de la cabeza del fémur durante los primeros meses de
vida, de modo que se genera una escasa profundidad del acetábulo y cambios
degenerativos en la cabeza del fémur, dando lugar a una osteoartrosis
secundaria y progresiva que siempre evoluciona a peor.
Se trata de una enfermedad de origen multifactorial y poligénico, lo cual
dificulta la eficacia de los programas
de erradicación. La heredabilidad en la displasia de cadera es de aproximadamente el 60 %, es decir, un animal libre de displasia sólo tiene una probabilidad del 60 % de
tener descendencia libre de displasia.
Tiende a presentarse en perros de
razas grandes, bien alimentados y de rápido desarrollo. Un crecimiento excesivamente rápido favorece la aparición de displasia, porque el desarrollo
de la masa muscular no se corresponde con el crecimiento del cachorro. El
ejercicio excesivo en fases tempranas del desarrollo también tiene un efecto
negativo.
Puesto que los cambios degenerativos que se producen de un
modo progresivo en el cachorro, limitarán su calidad de vida en la fase adulta,
es importante diagnosticar esos cambios en fases tempranas, para tratar de establecer
medidas de control que permitan evitar el rápido desarrollo de la osteoartrosis.
Y ese debe ser el mensaje de este artículo, hay que lograr la
detección precoz de la displasia de cadera para poder aplicar medidas que
limiten su desarrollo.
En ocasiones comenzaremos el estudio con cachorros muy
jóvenes, de apenas 3 meses que ya empiezan a tener sintomatología.
Síntomas del cachorro: dolor a la palpación, debilidad
tercio posterior, poco activo, al andar mueve mucho las caderas de un lado a
otro, al correr avanza con ambas extremidades posteriores al mismo tiempo, correr
de conejo, se tumba dejándose caer, bamboleo de las caderas al paso, camina con
corvejones juntos y metatarso hacia fuera.
Si apreciamos que un cachorro
presenta alguno de estos síntomas, aplicando el planteamiento de la universidad
de Pensilvania, (Penn Hipp) deberíamos sedar al cachorro, y calcular el ángulo
de distracción de sus caderas, que si es superior a 0,7 sugiere una alta
incidencia de displasia. El problema es que el valor normal es menor a 0.3, y
entre ambos resultados hay un alto porcentaje de animales con pronóstico
incierto, además de las variaciones entre las distintas razas, por lo tanto,
para muchos clínicos no es un valor
definitivo, pero muy significativo si nuestro paciente está por encima de 0,7.
En caso de querer actuar, puede hacerse una sinfisiodesis púbica juvenil, para
cachorros entre 3,5 y 4,5 meses, Ortolani positivos, sin osteoartrosis y con
índice de distracción mayor de 0,7.
Existe también un método predictivo
de detección precoz, mediante un análisis de sangre que detecta 7 marcadores
genéticos para identificar aquellos perros con una alta predisposición a
desarrollar displasia, para así poder establecer un seguimiento que permita
tomar medidas preventivas para retardar el progreso de esta patología. El
problema es que de momento sólo está disponible para el Labrador retriever, y
próximamente para el Golden retriever.
Es probable que en cachorros tan
jóvenes los síntomas iniciales de la enfermedad puedan pasar fácilmente
desapercibidos, pero es de suma importancia hacer una primera radiografía de
control a todos los perros de razas grandes entre los cinco y los seis meses,
porque nos llevaremos muchas sorpresas pues con frecuencia la gravedad
radiográfica no se corresponde con la escasa sintomatología que puedan
presentar esos pacientes jóvenes, pero es el momento idóneo para proponer
medidas que puedan controlar el avance de la enfermedad.
Puesto que hay varios grados de displasia, no todos precisan el mismo tratamiento, y hasta el 75% de los casos pueden controlarse con las medidas clásicas ( estricto control del peso, restricción del ejercicio, condroprotectores, etc.) pero esa proporción nos deja un 25% de casos que precisan una solución quirúrgica.
El tratamiento clásico consiste en
una Triple osteotomía pélvica, que elimina una porción de hueso en Pubis, hace
una osteotomía en Isquion que se cerrará con un cerclaje y luego hace una
osteotomía en Ilion para aplicar una placa angulada y lograr una rotación axial del acetábulo con objeto de realinear
la pelvis de forma que la cabeza femoral encaje más profundamente en el
acetábulo en crecimiento, incrementando su cobertura y reduciendo el grado de
subluxación presente. (En el caso de la doble osteotomía no se hace el corte en
Isquion) Pero en ambos casos es una intervención preventiva, para detener el
desarrollo de la osteoartrosis, y por tanto hay que realizarla antes de la
aparición de los primeros signos degenerativos.
El siguiente dibujo
ilustra las líneas de corte y la rotación axial del acetábulo.
Factores condicionantes
de la triple/doble osteotomía de cadera:
-Síntomas
clínicos evidentes, Ortolani positivo.
-Angulo
reducción menor ó igual a 30º y ángulo subluxación menor o igual a 10º.
-Paciente
joven, en crecimiento (ideal: 5 – 7
meses)
-Sin signos
de osteoartrosis y con cobertura acetabular mayor al 10 %
Valorar
grado cobertura acetabular y ángulo de Norbert (normal 105º ó superior)
En
ocasiones, es preciso plantear la cirugía para ambas caderas, pero aunque en la
doble osteotomía pueden hacerse ambas cirugías al mismo tiempo, en la triple
osteotomía es preciso dejar un tiempo de recuperación desde la primera cirugía
antes de abordar la segunda cadera.
El modelo
anterior representa una doble osteotomía bilateral, en la que observamos cortes
en Pubis y placas en Ilion pero no hay cortes en Isquion, de modo que la
recuperación es más rápida y la estabilidad post operatoria mayor, pero debe
realizarse en pacientes jóvenes, pues a medida que avanza la edad la
calcificación del Isquion dificulta mucho su flexión sin producir fisuras ni
sobretensión en los tornillos.
El
principal factor a tener en cuenta es lograr un buen diagnóstico precoz, y una
buena elección de los candidatos, veamos un ejemplo. Un Rottweiller de un año,
que presenta la siguiente imagen radiográfica:
El
acetábulo derecho tiene una buena cobertura, pero el acetábulo izquierdo ya
está plano y la cabeza del fémur prácticamente luxada, no hay una cobertura
acetabular mínima del 10% y éste paciente ya es demasiado “viejo” para plantear
una cirugía correctora. No puede plantearse una Triple osteotomía pélvica y esa
cadera está prácticamente perdida, pero si a ese paciente se le hubiese hecho
una radiografía previa con 5-6 meses, se habría detectado el problema a tiempo
y con esa edad es muy probable que una doble osteotomía pélvica hubiese
mejorado mucho la congruencia articular y esa cadera habría evolucionado de un
modo mucho más favorable.
Veamos otro ejemplo. Se trata de un mestizo de siete
meses y medio que presenta la siguiente radiografía de cadera realizada en un
control ordinario:
Observamos que aunque su cadera
izquierda tiene una buena conformación, su acetábulo derecho tiene una
cobertura escasa, y ya comienza a tener sintomatología.
Se plantea una triple osteotomía
porque el paciente ya está al límite del crecimiento y se le realiza la
cirugía, para lograr una mayor cobertura acetabular derecha. Veamos la
radiografía de control post operatorio:
Soy
consciente de que tal vez el ángulo de rotación fuese un poco excesivo, pero
era ya un paciente que estaba al final de la fase en la que se pueden hacer
cambios, y también hay una cierta asimetría en la imagen, de modo que parece
que el lado izquierdo tiene menor cobertura de la real, pero en cualquier caso,
era un paciente cuya cadera derecha, antes de la cirugía, estaba destinada en
el mejor caso a una prótesis, y en el peor a una artrodesis, y ahora presenta
un pronóstico mucho más favorable, y resulta indudable que su calidad de vida
mejorará tras la cirugía.
Y ese es
el mensaje que quiero transmitir una vez más en este artículo. La displasia de
cadera afecta aproximadamente al 20% de los perros de razas grandes, y cuando
el paciente es adulto sólo podemos hacer un tratamiento sintomático ( control
del peso, ejercicio moderado, condroprotectores, AINEs, infiltración de plasma
rico en factores de crecimiento, etc) o proponer cirugías que se limitan a
prótesis ó artrodesis, pero si hacemos un buen seguimiento del cachorro, con
radiografías a los 5-6 meses, podremos hacer un diagnóstico precoz, y si es
necesario, hay otras opciones quirúrgicas que mejorarán mucho la calidad de
vida de nuestros pacientes, si hacemos las cosas bien y a su debido tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario