Mala pata
Es curioso pero del mismo modo que hay
personas predispuestas a sufrir accidentes también hay animales con la misma
predisposición y entre nuestros clientes hay siempre algunos patrones que se
suelen repetir, por ejemplo, todos sabemos que los cachorros de raza
Bulldog francés tienen tendencia a las fracturas de codo y los cachorros de
diversas razas miniatura (Yorkshire, Pomerania, Chihuahua, Mini Pinscher, etc) tienen tendencia a las fracturas de cúbito y radio.
Nuestro paciente de hoy es un cachorrillo de
raza Pomerania, 8 meses y 1,8 kg que simplemente con un salto desde el sofá
tuvo una fractura de cúbito y radio.
Es un patrón que se repite habitualmente, un
cachorro de una raza toy o miniatura que por un pequeño salto, tiene una
fractura de ese tipo, pero debemos considerar que precisamente por su pequeña
talla, lo que para otro perro sería un pequeño salto, para este tipo de
pacientes es, proporcionalmente, un salto mucho mayor.
Comenzamos nuestro estudio radiográfico y se
obtuvieron las siguientes imágenes:
Era la típica fractura diafisaria transversa de cúbito y radio, muy
frecuente en este tipo de cachorros.
Ante una situación así, la mejor solución y
casi la única era colocar una placa de osteosíntesis.
Son huesos muy frágiles,
en animales muy pequeños y con poco tejido alrededor, por lo tanto la
vascularización es mala, la cicatrización puede ser difícil y el intento de
aplicar cualquier tipo de fijación externa debe ser extremadamente cuidadoso,
aunque sé que hay compañeros que lo han intentado con éxito con agujas muy
finas y limitando mucho el peso del implante, pero aquellos que intentaron
colocar simplemente una férula han fracasado.
Personalmente mi primera opción para un caso
así es colocar una mini placa de osteosíntesis siendo muy cuidadoso con el
abordaje, que no resulta especialmente complicado, pero debe respetarse al
máximo la vascularización y los tejidos blandos de la zona, y esa fue la
solución para este paciente.
La evolución fue muy buena, de modo que a los
dos días estaba apoyando, y a la semana ya caminaba bastante bien. Hubo una
pequeña complicación, pues el primer tornillo proximal terminó aflojándose,
pero no afectó a la cicatrización y el paciente se recuperó con normalidad.
Pero nuestro paciente tenía pero suerte de lo
habitual en estos casos y la predisposición
racial volvió a jugar en su contra, de modo que a los tres meses tuvo la mala
pata de caerse nuevamente de una “pequeña altura” y se rompió la otra pata.
La historia se repitió en la otra extremidad
y el tratamiento aplicado también fue el mismo:
Lógicamente se aprovechó la anestesia para
retirar el primer tornillo de la extremidad izquierda a la vez que se colocaba
una nueva placa en la extremidad derecha:
Ahora comienza nuevamente la fase de
recuperación cuidando que reciba la medicación necesaria y tratando que no
realice esfuerzos excesivos en fases tempranas, no debe correr, subir o bajar
escaleras ni saltar desde cualquier altura, porque es un cachorro alegre pero
con unos huesos finos, y ya ha tenido bastante mala pata.
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