Luxación sacro ilíaca
Aunque ya he publicado con anterioridad otros casos similares
(ya empieza a ser muy difícil no repetirse) en la clínica diaria van
apareciendo pacientes con patologías que se repiten, pero es parte del trabajo
de cada día y también quiero reflejarlo en los casos que voy subiendo a este
blog.
Nuestro paciente era un Yorkshire macho, de dos años y 4,5 kg
que tuvo una mala experiencia con un coche y vino a la clínica para su
valoración.
El aspecto del paciente era bueno, permanecía consciente,
estaba atento, tenía las pupilas contraídas, y aunque había varias laceraciones
en piel (debido al atropello) lo más destacable era el dolor en el tercio
posterior, y la aparición de una hernia perineal.
El estudio radiográfico del tórax era normal y respecto al
abdomen se obtuvieron las siguientes imágenes:
Parecía que no había nada demasiado importante, pero luego al
hacer la vista dentro dorsal las cosas se complican:
En esta segunda imagen podemos diagnosticar una luxación
sacro ilíaca del lado derecho y luego fracturas asociadas en Isquion y Pubis
del lado izquierdo. (La cadera es como una caja, y si se desplaza un lado
necesariamente debe haber lesiones en el otro lado)
Esta segunda imagen fue la que recibí yo para planificar la
cirugía, y los compañeros que hicieron el estudio me pidieron que en la misma
cirugía debería resolver la hernia inguinal y la luxación sacro ilíaca.
Para resolver la hernia no fué necesario aplicar ningún tipo
de malla pues era todavía muy reciente, (la cirugía se hizo a los tres días del
traumatismo) y luego para la luxación sacro ilíaca puse un tornillo de 2,4 mm
que alcanzase al menos el 50% de la superficie del sacro y como refuerzo
adicional suelo colocar una aguja trans ilíaca que aporta mucha estabilidad a
la reducción.
Una vez terminada la cirugía se le realizan las radiografías
de control, que expongo a continuación:
Al ver esas imágenes me consideraba satisfecho con la reducción
de la luxación pero había otro detalle que no estaba bien. Probablemente muchos
lectores ya habrán reparado que hay una fractura en la base de la cola, que se
aprecia bien en la primera y tercera radiografías pero casi no se aprecia en la
segunda y en la cuarta.
Al descubrir ese detalle, comentamos un poco la situación del
paciente respecto a su capacidad de micción, que era escasa pues la vejiga estaba
en la hernia y durante esos tres días el paciente orinaba al presionar el saco
herniario, y no podíamos saber si el paciente tenía un control real sobre su vejiga,
aunque sí tenía control sobre el esfínter anal.
Haciendo un breve repaso a la anatomía, la inervación
simpática de la vejiga llega por el nervio hipogástrico, procedente del ganglio
mesentérico caudal, y la parasimpática por los nervios pélvicos, procedentes de
los segmentos vertebrales S1 a S3, estos últimos inervan el músculo detrusor.
Las fibras sensoriales llegan por el nervio pudendo, cuyas raíces parten de los
segmentos vertebrales S1 a S3. Además, el reflejo perianal y la contracción del
esfínter anal también están regulados por el nervio pudendo.
Parecía lógico pensar que si el paciente tenía control sobre
el esfínter anal probablemente también lo tendría sobre el vaciado de la vejiga,
por lo tanto se decidió esperar antes de plantear una cirugía sobre la base de
la cola, y muy pronto el paciente nos dio la razón pues tenía control real
sobre su capacidad de micción y defecación e incluso sobre su capacidad de
mover la cola.
Es evidente que en este caso la fractura de la base de la
cola no lesionó las raíces nerviosas, pero hemos visto otros casos con
fracturas muy parecidas donde sí había dificultades para la evacuación, e
incluso se perdía la movilidad de la cola.